El claro del olvido.
En el claro después de
la curva,
donde el monte se
prohibió avanzar,
viven las almas de los
que se han ido
de los que se negaron a
continuar.
Las cruces acostadas,
rotas y carcomidas
se esparcen, se
mezclan, se olvidan
ya no hay nadie quien
las recuerde
porque dicen que
también ha muerto, el que las cuida.
Tumbas sin nombres,
vidas perdidas
recuerdos de nada y de todo
lo que era vida
con cruces podridas,
tiradas esparcidas
como las almas perdidas que allí
habitan.
Almas que alguna vez,
fueron sangre y carne
que sudaron en busca de
esperanza
debajo de un sol
ardiente de pobreza
que se saciaron en
cosechas bien paridas.
Después de la curva, en
el claro
descansan las ánimas de mi tierra
allí donde el monte no quiso llegar
tal vez por miedo o deseo de no recordar.
Liliana Robles